miércoles, 5 de junio de 2013

Renglones Torcidos

Juan Guillamón

Hay un municipio de la provincia de AlbaceteChinchilla de Montearagón, que desde lo alto de un cerro domina la vasta llanura manchega. Aunque comparte nombre con un roedor de compañía, la Chinchilla manchega proviene según algunos de Cincilia, vocablo celta que significa "ciudad de muros cortos", aunque también hay quien sostiene que el verdadero origen proviene del nombre de los reyes Chintila o Suintila, responsable uno de ellos de su repoblación. Coincidencias curiosas, solo eso. A pesar de su ilustre historia, Chinchilla se hizo desgraciadamente famoso a raíz de uno de los peores accidentes ferroviarios ocurrido en España hasta la fecha, el 3 de junio de 2003. Hace ahora 10 años.

Cuando en un avance de noticias, esa noche, pusieron en Tele5 las imágenes de la catástrofe tomadas en la oscuridad solo iluminada por proyectores y luces de ambulancias, alcancé a ver a alguien conocido entre las sombras recortadas contra aquellas luces. ¡Si es mi Decano! En una camilla, consciente, con la cabeza semierguida, pasó por delante de mí mientras se me encogía el estómago de la impresión.

Mientras daban la noticia repitieron varias veces las imágenes y si había podido confundirme, las repeticiones me despejaron cualquier duda. Era él. ¡Qué distinto resulta contemplar una tragedia parapetado al otro lado de la protectora pantalla del televisor cuando no conoces a los afectados, a cuando les puedes poner nombre, apellido y relación contigo!

De su lucha personal por la supervivencia y el acomodo a las circunstancias sobrevenidas, no puedo menos que constatar el coraje y las ganas de vivir que le he conocido en la media y larga distancia durante esta década, que para cualquier otro habría sido prodigiosa y que él ha vivido de la única forma que sabe: intensamente.

De su reentré a la vida normal tras su convalecencia, recuerdo con cierto pudor lo cercano que me sentí a él el día que nos encontramos en la calle y me dio un abrazo pleno de energía, con aquel cuerpo enjuto y lleno de "recuerdos" del accidente que sentí a través de la camisa, como una prueba más de su dolorosa vuelta al quehacer diario. Sus palabras, sencillas y emotivas, casi de recién nacido, me emocionaron y me ganaron para siempre. Recuerdo aquel abrazo a menudo porque ocurrió debajo del pino donde a diario dejo la moto para ir al trabajo.

Yo creo que en esta segunda oportunidad que por su coraje le ganó a la vida, ha conseguido un equilibrio casi perfecto entre su vivo genio y su bondad. Era y es un personaje polémico, con grandes defensores y también acérrimos detractores. No es capaz de pasar cerca de un charco sin pisarlo, salpique para donde salpique aunque ello le haya acarreado más de un sofoco. Ahora, quizá más que antes aún, tiene muy claras sus prioridades y no se guarda nada para el día después. 

No es fácil expresar el afecto personal por alguien sin caer en la adulación fácil, y por ello, no dejaré que esto se convierta en algo más que un recuerdo de algo que pasó hace diez años y que me impresionó vivamente. Y ahora, con la perspectiva del tiempo, creo firmemente que Dios sigue escribiendo nuestra existencia con retorcidos renglones para dar ejemplo de vida. Y eso, Juan lo ha hecho con creces. Enhorabuena, amigo y feliz cumpleaños.

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