lunes, 7 de octubre de 2013

Salida 33 de la RM-15

SUCESOS

Cuatro personas resultan heridas en un accidente entre una moto y coche en la RM-15, en el termino de Mula

MURCIA, 6 Oct. (EUROPA PRESS) -

   Cuatro personas han resultado heridas este sábado en un accidente entre una moto y coche en la carretera RM-15, en el termino municipal de Mula, según han informado fuentes del Centro de Coordinación de Emergencias en un comunicado.

   Así, el '1-1-2' recibió una llamada, a las 20.05 horas, informado del accidente ocurrido al colisionar turismo y motocicleta en la RM-15, Autovía del Noroeste dirección Murcia, a la altura de la salida 33 en el término municipal de Mula.

   Como consecuencia del accidente, un total de cuatro personas resultaron heridas, tres ocupantes del turismo y el conductor de la motocicleta, que ha quedado en el arcén consciente y sangrando por la ingle.

   Al lugar se desplazaron tres ambulancias del Servicio Murciano de Salud (SMS), una ambulancia del servicio de urgencia de Mula, una Unidad Medica Especializada (UME) y una ambulancia de servicios concertados. Asimismo, efectivos de Guardia Civil y mantenimiento de carreteras se encuentran en la zona del accidente.

   Finalmente, tras ser atendido 'in situ', el motorista, que presentaba una herida inguinal importante, es trasladado por la UME al Hospital de la Arrixaca.



La noticia, una más de las que todos los días saltan a las páginas de sucesos de los diarios, no deja de ser eso, una más de las que engrosan las estadísticas de siniestralidad en carretera, y sobre la que pasamos con naturalidad hasta llegar a la siguiente.

Pero cuando te toca a tí llegar al lugar del accidente recién ocurrido y según vas llegando valoras seguir adelante o parar e intentar echar una mano, entonces, la noticia ya no son unos frios renglones con cuatro datos que se deslizan ante tus ojos en la pantalla o en el periódico, sino que entras a formar parte de ella. 

Efectívamente, el sábado día 5, sobre las ocho de la tarde, ya anochecido y oscuro, en plena recta justo antes de la salida 33 de la RM-15 entre Bullas y Mula colisionaron dos coches y una motocicleta. La motocicleta nos había adelantado apenas un par de minutos antes y me fijé en lo iluminada que llevaba la matrícula, al tiempo que pensaba en la fragilidad del motorista en la oscuridad de la noche expuesto a cualquier imprevisto en la calzada. 

Cuando enfilamos la recta ya nos dimos cuenta que algo no iba bien: al fondo se veían intermitentes en el carril de la derecha y una luz de faro enfocando directamente hacia nosotros por el carril de la izquierda. ¿Alguien viene de frente? Al aminorar la marcha y acercarnos, los intermitentes se tornaron dos coches cruzados en el carril y el faro en una motocicleta todavía en marcha tirada en el suelo del segundo carril. Como si de una partida de damas se tratara, los tres vehículos interceptaban los dos carriles dejando una distancia de unos treinta metros entre ellos.

Paramos en el arcén de la salida 33 y cumpliendo las normas nos colocamos los chalecos reflectantes y bajamos para ayudar en lo que fuera menester. En el sentido contrario a la marcha, el primer coche era un utilitario pequeño con todo el lateral derecho machacado y junto a él dos chicas (las ocupantes) que habían conseguido salir e intentaban alcanzar los chalecos sin conseguirlo. Con ayuda de otro automovilista las alejamos del coche hasta fuera de las protecciones de la autovía para quitarlas del medio y hablamos con el 112 al que había llamado una de las chicas y que por los nervios me cedió el teléfono, para dar parte del accidente. 

- ¿Hay heridos? me preguntan.

- En uno de los vehículos en principio no. (Las chicas, aparte del estado de nervios parecían estar razonablemente bien) Pero hay una moto y no veo al conductor. Espere que voy a ver si lo localizo

Corriendo, paso por al lado de la moto hacia el otro coche y junto a un poste de SOS, al otro lado de las protecciones hay un cuerpo inmóvil con el casco puesto.

- Sí, ya lo he encontrado. (Junto a él, otro conductor que no se apartó de él ni un momento, me dice que parece que está vivo pero inconsciente) Está inconsciente, tiene latido en el cuello y parece que tiene una fuerte hemorragia por el abdomen o las piernas porque tiene el pantalón empapado en sangre.

- ¿Tiene el casco puesto?

- Sí, respondo mientras le levanto la visera empañada.

- No lo manipulen, déjenlo como está. Ya enviamos la ambulancia.

Mientras, el conductor del tercer vehículo camina arriba y abajo, nervioso, culpando al motorista de una maniobra que le ha hecho embestir al coche de las chicas.

Entre tanto, mientras mi compañera de aventuras se queda con las chicas y otro señor intentando tranquilizarlas, el que suscribe se dedicó a llamar la atención de los vehículos que se acercaban para que aminoraran la velocidad y sortearan los obstáculos de la calzada en una especie de slalom que la mayoría realizó prudentemente.


A todas estas, se detiene un nuevo vehículo y un señor muy dispuesto se baja, pregunta, se hace cargo y decide:

- Vamos a quitar la moto de en medio.

- ¿No deberíamos dejar las cosas como están?

- No, es un peligro y hay que despejar la vía.

No acababa de decir esto cuando un fulano se acerca a toda velocidad ignorando todas las señales que se le hacían y y cuando se encuentra sin posibilidad de frenar para no tragarse la moto, pasa milagrosamente entre esta y la bionda de la mediana sin tocarlas y a renglón seguido otro que venía detrás lanzado, sortea, los tres vehículos en un zizag que nos deja helados y sigue su camino.

- Soy guardia civil, vamos a quitar la moto.

¡El alivio que sentí cuando el hombre se identíficó como miembro del benemérito cuerpo!

- Pues ponte el chaleco porque con esa cazadora (azul oscura) no se te ve nada.

El hombre se mira, asiente con la cabeza y se saca la cazadora. Y allí estaba, el uniforme de la guardia civil al completo, con el chaleco reflectante incorporado. 

En un respiro del tráfico, agarramos la moto y a rastras la sacamos al arcén donde la apagué, pues aquella seguía encendida con su ojo abierto. El guardia marcó el lugar donde había caído la moto y le pidió al señor que estaba con mi mujer y las chicas que sacara el coche de estas también al arcén, lo que el hombre consiguió con bastante dificultades porque el pobre utilitario no estaba para mucho trotes.

A continuación se fue a buscar al conductor del tercer vehículo, que resultó ser un moro, -como lo identificó el señor que estaba junto al motorista-, para que también sacara su coche al arcén.


Despejada la vía y mientras esperábamos la ambulancia, el motorista recuperó el sentido y se sacó el casco por su cuenta. Blanco como un fantasma por la pérdida de sangre no hacía más que repetir que el moro le había embestido a él después de colisionar con el coche de las chicas. 

Su asistente le había abierto el pantalón en busca de la herida que le había producido la hemorragia y dejaba al descubierto un buen tajo cerca de la ingle y que por suerte no le había llegado a la femoral.

- ¿Es grave? Me pregunta el muchacho mirándome a los ojos.

- No hombre, hazte a la idea de que te ha cogido una vaquilla, no  te preocupes.

El guardia, que cuando paró ya estaba fuera de servicio, continúa con su trabajo, pregunta a las chicas lo que ha pasado y estas repiten lo mismo:

- No íbamos a más de 100, tranquilas, y de repente hemos sentido el golpe, nos ha venido de atrás, no sabemos más. La conductora hecha un manojo de nervios, la hermana, un poco más tranquila. Las pobres venían de enterrar a su padre.

¿Como te llamas? Le pregunta ahora al herido, ¿qué ha pasado? Y el otro le contesta como puede echándole la culpa al moro. 

Sin pausa, se va para el moro con las mismas preguntas, le pide la documentación, hace su trabajo. El solito se ha organizado la situación, ha interrogado a los implicados y me pregunta.

- ¿Te han dicho si viene la ambulancia?

- Sí, (Mientras el guardia se dedicaba a lo suyo, el que suscribe atendía la llamada de confirmación del 112, facilitando de nuevo todos los datos incluidos los nuevos sobre la situación del herido) 

Luces parpadentes que vienen de Mula, sonido de sirena. Ahí está la ambulancia. Como viene en el sentido contrario tiene que dar una vuelta que se antoja eterna. Mientras, con el herido, una chica que se identifica como sanitario, le realiza una exploración y le tranquiliza:

- Ya no pierde sangre, está coagulando bien.

Por fin llega la ambulancia, las hermanas siguen abrazadas, ya saben lo que ha pasado, ¿nos has dado tú?, le preguntan al otro. Marián ha hecho lo que ha podido por tranquilizarlas, estáis vivas, eso es lo más importante les ha repetido una y otra vez. La abrazan entre lágrimas, le dan las gracias. Ya han llegado los profesionales. Ya sobramos los aficionados. Una última palabra de ánimo al herido, un beso a las hermanas. El guardia civil fuera de servicio continúa a la espera de sus compañeros que resuenan a lo lejos. Otra ambulancia llega. También nos despedimos de él con toda nuestra gratitud. Ya ha terminado nuestra labor. El balance: estupendo, todos lo pueden contar. Veinte minutos antes, la cosa estaba muy tiznada y el motorista que parecía con un pie en el otro barrio, saldrá adelante y, si es listo, se dejará la moto.

La noticia de Europa Press solo atina en el sitio. Lo demás, imaginación y mala información. Como esa, tantas y tantas que nos cuentan y nos creemos porque están impresas en algún medio. Esta semana la Guardia Civil festeja a su patrona, la Virgen del Pilar. Seguro que la pilarica tuvo algo que ver en que la suerte nos alcanzara a todos la otra noche. En el próximo reparto de medallas al mérito, si le dan una a nuestro guardia, se la tendrá bien ganada. Gracias a su serenidad y profesionalidad la historia tiene un final feliz. Así que no me queda otra que acabar con un sentido.

¡Viva la Guardia Civil! y enhorabuena a los "aficionados" que le echaron una mano. 

Nota: A última hora de la noche llamamos a la agrupación de tráfico para interesarnos por los accidentados y nos confirmaron que el motorista, aunque grave, estaba fuera de peligro. ¡Bien! 

1 comentario:

  1. Madre mia! Qué situación!! Menos mal que ibais vosotros detrás!
    Viva la guardia civil y viva los Márquez.
    Sylvia Alonso

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