viernes, 19 de diciembre de 2014

Achopijo

Mano a mano entre Yayo y Alejandro

Se ha hecho mayor el niño. Aquél que de pequeño imitaba al periodista deportivo José María García, mejor que el propio imitado; el mismo que sin llegarle la nariz a la altura de la manecilla de la puerta de un coche ya se sabía todas las marcas y modelos, amén de las matrículas de todas las provincias españolas.

Ese que se fue a Pamplona para hacerse periodista, que ejerció de primo de Zumosol por ser el más veterano, que se casó con una mujer de bandera, quién le obsequió con tres hijos de anuncio de Disney, que le ha echado ganas al periodismo desde que pasó de estudiarlo a practicarlo, que es murcianico y futbolero por los ocho costados, que parió un hijo literario en complicidad con el Real Murcia de sus amores y que se gana todos los días las habichuelas trabajando en lo que más le gusta.

Escenografía

Ese, Yayo, ya es mayor. Lo suficiente como para recopilar y condensar en un volumen los sentimientos de su primogénito literario, ese que llegó primero y que tras ocho años rulando, y en pleno uso de razón, aún sigue en casa. Ese que se asomó al mundo diciendo aquello de que "Esto de vivir es la hostilina".

Y qué mejor manera de presentarlo en sociedad, que dando un queo por donde mejor se mueve: la prensa y las redes sociales, para que los que le siguen/quieren/aprecian/ no se lo perdieran. Y allí estaban sus huestes, prestas para arroparle y disfrutar del momento y a las que no defraudó, como no defrauda quién va por derecho, con sencillez y humildad, -monedas raras y codiciadas en la actualidad-. 

Y permítaseme la licencia: ¡Acho, que bien estuvo la presentación! ¡Y encima remató con un picnic de tortillica de patatas, croqueticas de pecado, ensaladilla y diversos, mareado todo con la Estrella de Levante y vinicos de la tierra! ¡Así se hacen las cosas, pijo!

Y una licencia más: Vale.

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